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Los arquetipos del inconsciente colectivo: El sabio, la sabia

Comentaba en el arquetipo anterior que el mago o la maga, eran aquellas personas que tenían una conexión interior y que esta conexión purifica el corazón. Cuando el contacto se hace más permanente y el corazón ha sido purificado, se expresa el arquetipo del sabio o sabia.

Se dice que el sabio es el que piensa con el corazón. Este pensar se expresa mediante la intuición o visión por el contacto y encuentro con la realidad profunda de sí mismo. Esta experiencia en el sabio trasciende lo meramente intelectual y racional, por una manifestación que desnuda la verdad, la cual le conduce al conocimiento, que en el sabio no depende de la cantidad de información, o estudio, sino de su capacidad con conectar con el corazón. Por eso los sabios y sabias pueden ser personas que no tienen muchos estudios, pero que en su vida se han cultivado. Suelen ser personas que mantienen una actitud coherente entre su Ser interior y la vida. Como se suele decir: están en el mercado sin permanecer en el mercado. Situados en la frontera de lo aceptable socialmente y la locura.

La impersonalidad, junto con el sentido del humor, son características de este arquetipo. Esta fuerza arquetípica se desarrolla en nosotros en la medida que el ego se ha hecho un aliado al servicio del corazón, entendido el corazón como un órgano espiritual. Y el corazón es juguetón, impredecible, alegre, y esto se manifiesta en las personas con sabiduría en su gran sentido del humor, no se toman a ellas mismas muy en serio, ni están atadas a sus propias opiniones, creencias o costumbres.

Intentan expresar de manera sencilla las verdades ocultas por las apariencias, de manera adecuada a cada situación. Su gran reto es mantenerse alerta de su propia subjetividad y no olvidarse de ser un aprendiz, un humilde aprendiz ante la vida, ante la divinidad. Como reza el dicho de “sólo Dios sabe”, su olvido puede abocarlos al oscurecimiento del juicio y erigirlos en el papel de juez, crítico y autosuficiente.

Sri Aurobindo decía que tres cualidades son las que se necesitan para el yoga: una fe inquebrantable, una fuerte voluntad y mucho sentido del humor. Estas podrían ser las manifestaciones internas y externas de una persona sabia.

Para finalizar, un cuento de un libro llamado «La sabiduría de los idiotas», cuyo autor es Indries Shah.

LA FRUTA DEL CIELO
Había una vez una mujer que había oído hablar de la Fruta del Cielo y la codiciaba. Entonces le preguntó a cierto derviche, a quien llamaremos Sabar:

– ¿Cómo puedo encontrar esta fruta, para conseguir el conocimiento de
forma inmediata?

– Harías mejor en estudiar conmigo.- respondió el derviche -Si no lo haces,
tendrás que viajar con determinación y sin descanso por todo el mundo.

La mujer lo abandonó y buscó a otro derviche, Arif el Sabio; y después
encontró a Hakim, el Docto; luego a Majzub, el Loco; más tarde, a Alim, el
Científico, y muchos más…

Pasó treinta años buscando, al cabo de los cuales llegó a un jardín. Allí se
encontraba el Árbol del Cielo, de cuyas ramas pendía la resplandeciente
Fruta del Cielo.

De pie junto al Árbol estaba Sabar, el primer derviche.

– ¿Por qué cuando nos encontramos por primera vez no me dijiste que tú
eras el Guardián de la Fruta del Cielo?- le preguntó.
-Porque en aquel momento no me habrías creído. Además, el Árbol sólo
produce fruta una vez cada treinta años y treinta días.