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LOS ARQUETIPOS DEL INCONSCIENTE COLECTIVO: El huérfano

Por Víctor Morera
Yogaterapeuta, fundador de Pranamanasyoga.

Frecuentemente me encuentro en la consulta con madres que traen a sus hijos porque se están comportando de una forma “no normal”; vuelven a hacer actos que hacían cuando eran más pequeños, como hacerse pis en la cama, o necesitar otra vez pañales, chuparse el dedo, se muestran más exigentes, no quieren ir a la escuela, como hechos más habituales.

Normalmente, les ocurre a los hermanos mayores ante el nacimiento de otro hermano u otra circunstancia, en la que de alguna manera dejan de ser el centro. Los llevan a la guardería pero el hermano se queda con la madre.

Se preguntan qué ventajas tiene ser más mayor, y al no encontrar ninguna, adoptan una actitud regresiva, quieren volver, por así decirlo, al paraíso perdido, lo cual puede generarles inseguridad, temor y dolor. Pierden la confianza y se traduce en una respuesta regresiva: quiero volver a ser pequeño. Se sienten huérfanos, abandonados.

Es curioso que haya adultos que se les ha quedado esa creencia profunda en sus relaciones de pareja: “seguro que también me abandona”, una creencia que empieza a operar de tal manera que para reafirmarla consiguen que la pareja le abandone.

Cuando no desarrollamos la confianza en nosotros mismos, en nuestro potencial y actuamos como víctimas, se genera un exceso de preocupación  y sobre todo de impotencia, lo cual nos hace tener una actitud cínica: mentimos y nos comportamos de una manera grosera, como defensa para eludir nuestras propias responsabilidades.

El huérfano y el inocente son dos arquetipos que nos dan una primera lección de vida, que es el punto de partida psicológico de nuestra evolución, la necesidad de sentirnos seguros. Si no aprendemos esa lección y esta fuerza arquetípica se queda muy activa en nosotros, se manifestará en formar de temor, pesimismo y rencor, lo cual nos impide conectar con el amor.

En este contexto del desarrollo de nuestro carácter la seguridad hace referencia a un sentimiento interno: “confío en mí”, lo cual nos permite que reconozcamos nuestros propios límites, que si necesitamos ayuda, la pedimos. La seguridad se construye con confianza, prudencia, aceptación de la incertidumbre y el sentido de los propios límites.

En yoga, lo fundamental es que surja la confianza en nosotros mismos, para que podamos establecer una relación armoniosa con la propia práctica. Desde la confianza interna confiamos en el camino del yoga, en los que muestran, enseñan y sustentan el camino y confiamos que esto nos llevará a una conexión consciente con el ser.  Sin esta confianza, que genera fe y devoción es difícil capear las tempestades del viaje.

Para ello, el primer paso es reconocer nuestro estado actual, aceptar los límites, no para quedarme en ellos sino para que nos sirvan de base para una práctica inteligente,  lo cual implica la distinción entre lo que puedo y lo que me gustaría, entre lo que necesito y lo que deseo.

Salgamos de la creencia de que los límites nos limitan. Su aceptación plena hacen que nuestras acciones sean prudentes, humildes y vigilantes, virtudes necesarias para generar un territorio de seguridad.

Una de las actitudes que nos ayudan a aprender la lección de este arquetipo es el trabajo en equipo, el apoyo mutuo estableciendo unas relaciones correctas, basadas en la apertura amorosa, la empatía y la cordialidad.

Empoderarse en la acción y generar la fuerza para sostener las frustraciones y la sensación de impotencia.

En el yoga hablaríamos de la transparencia, intentar no decir mentiras, porque cuando uno miente se está mintiendo, se está disociando. Vivir con autenticidad y expresar con voz alta lo que uno es.

Un complejo que se da mucho en este arquetipo es el de inferioridad, que en esencia viene de la ignorancia de no saberse que somos seres espirituales, de no reconocer el espíritu que habita en nosotros.

Hay una imagen que suelo emplear como un puente: pasar de qué es lo que necesito del mundo, de los demás, a qué es lo que el mundo necesita de mí. Qué puedo ofrecer. Esto nos ayuda a reconocer nuestra originalidad.

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