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Reflexión sobre los gestos somáticos y la respiración

Hemos empezado la nueva formación de yoga terapéutico, realizando cambios en la manera de enseñar y practicar los diferentes temas formativos. La intención de estos cambios es dar desde el principio elementos muy concretos y prácticos que por experiencia sabemos son fundamentales en cuanto a su eficacia terapéutica, y que desde un principio se puedan practicar y proponer en las clases colectivas e individuales.

Quiero resaltar una vez más el valor terapéutico de los pequeños detalles en cuanto a lo postural, que se experimentó durante el seminario, y en concreto la observación de cómo nos sentamos tanto en silla como en un cojín y las consecuencias que conlleva, en especial en la respiración.

Propusimos una manera de sentarse basada en dos principios generarles: la colocación de la zona lumbo pélvica en su posición anatómica natural y la imagen de que la caja torácica cuelga de la cabeza. Me sigue sorprendiendo, gratamente, observar las expresiones de las alumnas y alumnos que mediante esta simple propuesta de proyectarse colocando la pelvis en posición neutra o ligera anteversión, permitiendo que la columna lumbar se posicione con su lordosis natural, sin que participe la columna dorsal, para finalizar levantando la cabeza, puedan experimentar una respiración más amplia, sin esfuerzo. Experimentan un descanso y al mismo tiempo empiezan a entender su dificultad en la práctica del pranayama, o las tensiones que aparecen en las meditaciones. Se les nota en las caras de sorpresa e incredibilidad que expresan.

Este es un ejemplo que nos debe hacer reflexionar sobre el valor de la atención personalizada, en especial al principio de la práctica del yoga. Dedicar el tiempo necesario, para que cada persona pueda tener, según sus características, una base sólida y saludable en cuanto a la realización de los âsana, no tanto por imitación, sino por tener los conceptos claros, para ir afinando su propiocepción, lo que va a permitir su realización con una actitud de exploración interna, lo cual asegura una práctica eficaz, la reducción del riesgo de hacerse daño y al mismo tiempo se pone el foco en uno mismo, lo que significa la adaptación flexible y armoniosa de la práctica del yoga con su carácter y condiciones físicas y anímicas de cada día.

Esta es una de las funciones educativas del yoga terapeuta, generar las condiciones para que las personas tengan un contacto más real consigo mismas, lo cual en el ámbito de lo postural y de âsana es el afinamiento de la propiocepción.