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Sanamos cuando nos ordenamos

Por José Andrés Cruz

“Sanamos cuando nos ordenamos. Al hacerlo, disminuimos la fricción y la resistencia. Y alcanzamos la transparencia: sanarse es dejar pasar la luz, es revelar luz, es enriquecer y embellecer la luz”.

Una mañana del mes de enero, Victor Morera nos propuso esta frase para reflexionar sobre la propuesta del modelo Pranamanasyoga y planteó las siguientes preguntas:

  • ¿Cómo te ordena una sesión de yoga terapéutico?
  • ¿Qué hay que ordenar?
  • ¿Cuáles son las resistencias más habituales?
  • ¿Cómo abordarlas?

A partir de estas preguntas, me he ido respondiendo personalmente a todas ellas y ésta es mi aportación (con anotaciones de seminarios con Jorge Carvajal, Tomás Alvaro, etc. y, por supuesto, los nuestros) a este pequeño debate que se puede suscitar y entre todos podamos tener cada vez más claro el modelo terapéutico de Pranamanasyoga.

¿Cómo ordena una sesión de yoga terapéutico?

Ordena en la medida que el propio yogaterapeuta está ordenado. Y esto solo se da como fruto de su propio desarrollo personal, de su propia comprensión y de la capacidad de escuchar y estar sensible a la necesidad y capacidad del otro. Cuando la escucha amorosa se une al entendimiento hay comprensión y la comprensión es una energía sanadora.

“No necesito que me entiendas, necesito que me comprendas. No necesito que me oigas, necesito que me escuches, que resuenes conmigo para entre los dos reconstruir la sinfonía que somos”, parecen demandar las personas cuando se acercan al yoga terapéutico.

Una sesión de yoga terapéutico ordena porque en ella confluyen todos los elementos necesarios que se han consensuado con el otro, que es uno mismo, en un juego de resonancias.

Una sesión de yoga terapéutico empieza ordenando antes de las prácticas porque partimos de un consenso, de un conocimiento previo de la persona, de unas necesidades básicas y de unos objetivos a cumplir. Y esto se hace sabiendo que lo importante es la persona, su vivencia interna, y para ello este orden interior produce un efecto de confianza y relajación, con buen humor.

Los medios y las técnicas que se usan están dentro de las posibilidades de cada persona, no hay recetas. Algunos de los medios que usamos son:

Los pensamientos semilla
De la propia relación nacen los pensamientos semilla que son las semillas de un pensamiento, que trabaja con la repetición a un nivel consciente y subconsciente.

El pranayama
Se le proporciona los medios para tener una actitud adecuada para los ejercicios respiratorios. Los movimientos y asana se realizan de manera que ayudan a cambiar el patrón respiratorio y ayudan a que la mecánica respiratoria sea fisiológica. Se progresa hacia ritmos respiratorios adecuados a su necesidad y objetivo de la práctica.

Asana
Se observa como realiza los movimientos corporales y las diferentes posturas para que estás ayuden a disolver tensiones en zonas concretas y su relación con el conjunto del cuerpo. El enfoque principal es que las posturas y los movimientos están pensados para mejorar la cantidad, calidad y distribución del prana por el organismo.

Cada vez más, vamos ganando en transparencia en la persona, que es un proceso único. Cada persona, cada ser humano es un procesador de luz. La luz que irradia cada persona es distinta, emitiendo hacia el mundo belleza o desarmonía. La clase de yoga va poco a poco más allá del mundo de las formas, va hacia la trans-apariencia, más allá del mundo de las apariencias. Transparencia es ser lo que uno es, ni más ni menos.

Al hacer esto vamos ganando dignidad, porque ya no nos comparamos con otro, no competimos con otros, vamos entrando poco a poco en la genuina terapéutica individual, que es ir completándonos a nosotros mismos y al hacer esto vamos completando al mundo y vamos completando al otro.

La sesión de yoga terapéutico ordena porque la relación que se establece es individual. No hay enfermedades, sino enfermos. No es el nombre o el apellido lo que importa sino el sujeto que vive su enfermedad o su proceso, porque hay tantas enfermedades como enfermos, es el drama de su vida que está expresando a través de su cuerpo.

Ordena porque es un traje a la medida de cada persona, donde el campo físico-energético, el campo emocional, el campo mental y el campo relacional se tienen en cuenta a la hora de ofrecer una práctica adecuada a sus necesidades individuales, no son recetas aptas para todos.

Entonces la persona asume la responsabilidad de su práctica y la convierte en un acto puro, único, sagrado, un acto que da respuestas a la totalidad: pensar a través del correcto sentir y del correcto actuar. Donde además se tiene la oportunidad de aprender y modificar este proceso con el terapeuta en una relación sanadora para los dos.

Y finalmente ordena porque empezamos y terminamos siempre en el corazón. Y esto para mí tiene un hilo conductor: vivir es aprender y todas las lecciones son de amor en la escuela de la vida. El amor es el que realiza la unión. El amor es el juego de la fusión. Eso nos lleva a la sencillez y el resultado es el conmover, si no nos conmueve desde adentro se está perdiendo la esencia del acto terapéutico. Conmover y conmoverse con el otro es abrir el corazón de los dos.