Si la conciencia es luz, los ojos son su más fiel reflejo
El primer diafragma con el que se encuentra la energía cuando entra en el ser humano, es el diafragma de los ojos, dos chacras secundarios que dependen del sexto centro. Es el diafragma que regula la cantidad de luz que en tra en el ojo con la contracción y la dilatación de la pupila. El nervio óptico rodea la bóveda del cráneo, recorriendo los tres cerebros y tiene su cruce se sitúa en el cerebro emocional.
El ojo tiene más capacidad de ir de dentro hacia fuera, que de fuera hacia dentro. Vemos el mundo según nuestro estado de ánimo, no tal como es. Los condicionamientos y las emociones nos ciegan y nos ponen diferentes tipos de lentes. Los ojos tienen control sobre el cerebro reptiliano y el cerebro emocional y, en este sentido, controlar significa mantener la justa distancia en relación con las cosas y con uno mismo.
La unión de los dos ojos es la síntesis de los dos hemisferios (femenino-racional, poético-analítico) que permite no ver el mundo solo a través del ojo que juzga o analíza, o del ojo con una mirada más poética, por ejemplo. Si no existe control y cierta mirada interior, la energía se desboca. Es una energía reptiliana, de supervivencia y de un instinto bajo.
El trabajo interior, fisiológicamente hablando, debe fortalecer nuestro sistema nervioso, una meta que se puede conseguir con control o, más bien, con templanza, que es ese control bajo el cual, sin reprimir la respiración, templo las cosas. En este sentido, la atención en nuestra forma de respirar cuando estamos mirando las cosas, las personas, los paisajes o ante cualquier situación, nos ayuda a reconocer de forma mas sutil los miedos y los deseos que nos condicionan.