fbpx
Saltar al contenido

Si quieres conocerte a ti mismo, mírate a través de los ojos de los demás

Por Víctor Morera
Yogaterapeuta, fundador de Pranamanasyoga.

Recientemente tuve una cena con un amigo al que no había visto desde hacía tiempo. Durante nuestra conversación, nos pusimos al día y hablamos sobre una amplia variedad de temas, incluyendo nuestras actividades profesionales. Ambos trabajamos en el ámbito del desarrollo personal y la meditación relacionados con la salud y la enseñanza.

Una semana después, recibí un mensaje de WhatsApp en el que me informaba de que estaba en el hospital con un diagnóstico de edema pulmonar, probablemente causado por un cáncer.

Fui a visitarlo después de que saliera del hospital y me contó que su pareja le había dicho que estaba respirando de manera extraña mientras dormía y le sugirió que fuera al hospital. Mi amigo le contestó que se encontraba bien, que no sentía nada fuera de lo normal y que no creía necesario ir al hospital. Pero ella insistió y fue entonces cuando le detectaron un edema pulmonar.

Mientras hablábamos, me pregunté en voz alta: ¿Qué significa realmente estar conectado con nuestro cuerpo y sentirlo? 

¿Cómo sabemos que estamos conectados y a qué nos estamos conectando? Si simplemente se trata de una serie de sensaciones agradables y de las fantasías que nos hacemos de esos estados, creo que nos estamos engañando.

Otra reflexión que surgió de nuestra conversación fue si es posible verse a uno mismo con los propios ojos. Existe un dicho que dice: «Si quieres conocerte a ti mismo, mírate a través de los ojos de los demás». 

Cuando un masajista detecta áreas tensas o dolorosas en nuestro cuerpo, se convierte en esos «otros ojos» que nos permiten percibir zonas que estaban mudas a nuestro campo sensorial. De manera similar, un entrenador físico puede ayudarnos a evaluar la capacidad pulmonar o cardíaca al correr, lo cual para la persona sedentaria será incomodo, ya que para ella estar tumbado en su sofá es la mejor forma de sentirse bien. 

Para tener una mirada más amplia, que no esté solamente enfocada al campo de las sensaciones corporales, tenemos que ser conscientes de nuestros hábitos diarios, de nuestras actividades y maneras de relacionarnos, para que independientemente de las apetencias y sensaciones del momento, que casi siempre son a favor de lo que es habitual, podamos hacer el esfuerzo de una acción equilibradora que nos permita observarnos con otra mirada.  Seguramente, si mi amigo hubiera salido a correr unos meses atrás se habría dado cuenta de que le faltaba fuelle, y le habría dado la oportunidad de percibir esa realidad, a partir de sus sensaciones corporales. 

Para evitar caer en la autocomplacencia y cocernos en nuestra propia salsa, a veces necesitamos un recordatorio, una especie de «jarro de agua fría». 

Víctor Morera.