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YOGATERAPIA Y AUTOGESTION DE LA SALUD

Cuando nos referimos a la Yogaterapia, nos referimos al conocimiento y habilidad para elaborar una práctica individualizada que atienda a la demanda de la persona.

En este articulo me voy a referir de forma escueta a lo que un profesor de yoga necesita como mínimo para poder diseñar una práctica. Primero hago mención, lo que a mí entender es lo esencial y lo que le da contenido y eficacia al proceso terapéutico, que podemos definir como la calidad humana del profesor, y en segundo lugar describo de forma muy sucinta el proceso que seguimos cuando viene una persona a su primera sesión de yoga terapéutico.

Lo esencial

¿Cómo podemos proponer una práctica que incida al mismo tiempo en la estructura corporal, movilice la energía y sea un resorte para movilizar las fuerzas autocurativas de uno mismo? Esto solo es posible si hacemos una lectura de la persona que tenemos en frente en términos de conciencia.

Por una parte sabemos que la capacidad de percepción depende del estado de conciencia, y el estado de conciencia depende en gran medida de nuestra forma de vivir, de nuestras creencias, y de cómo entendemos o interpretamos los acontecimientos vitales. En este sentido se subraya la importancia para el terapeuta de ahondar en el cumplimiento de los yamas y niyamas descritos por Patanjali (YS II.30 y II.32).

Por otra parte, se ha demostrado que el observador influye en lo observado, y tomando esto como un axioma, la calidad y cualidad de nuestra relación con los demás depende del desarrollo de nuestra conciencia. La cualidad de conexión con nuestro Ser (purusha) hace que podamos imprimir en nuestro interior la imagen de los alumnos y abrirnos, a través de todo el proceso de la sesión de yogaterapia, a un escenario más amplio y profundo donde podemos comprender a la persona en su totalidad.

Descripción del proceso en la primera sesión

Primero realizamos una entrevista para recoger datos sobre su profesión, su situación familiar, síntomas, eventos significativo en su vida, etc. Referente a los síntomas u otros eventos, hay dos preguntas que siempre realizamos:

  • ¿Cuándo te pasó?¿Cuál era el contexto en el que ocurrió, había alguna situación estresante? Esta pregunta la hacemos por que entendemos que toda enfermedad se da dentro de un contexto y necesitamos situarnos en ese contexto para comprender.
  • ¿Cómo lo viviste? Partimos de la premisa de que las cosas no nos hablan tanto lo que nos ocurre si no de cómo respondemos a lo que nos ocurre. Por último preguntamos en que momento del día puede hacer la práctica y de cuanto tiempo dispone. Esto es básico, ya que es uno de los determinantes del tipo de práctica y de su dinámica.

Lo segundo que realizamos es una lectura postural. Me voy a referir a tres aspectos que consideramos esenciales y que nos van a dar una información muy valiosa a tener en consideración para la elaboración de la serie:

  • la relación entre la cavidad abdominal y torácica en la respiración
  • la columna vertebral y los ejes
  • los pesos de los pies

La lectura postural la realizamos en las tres gravedades, de pie, sentado y tumbado. Una vez tomados los datos y según lo que hemos observado y la demanda de la persona, le pedimos que realice algunas asanas o movimientos; esto nos da la información de su conciencia corporal, de la coordinación movimiento-respiración, de las zonas corporales con más movilidad, las más rígidas, etc.

Este es un proceso de educación de la propioceptividad, ya que ayudamos a que la persona perciba sus tensiones, sus hábitos posturales, los músculos somáticos, aquellos que se activan de forma automática, es decir su realidad corporal. Con todos estos datos le diseñamos una práctica, y le explicamos de forma muy sencilla el por que de sus componentes.

Por último le dirigimos la práctica completa. Aquí lo importante es observar cómo la realiza, para que en su realización no cree tensiones, para poder señalarle pequeños detalles, referente por ejemplo, a la posición de la cabeza, si aprieta la boca o si bloquea la respiración, entre otras cosas, para facilitarle los medios y apuntárselos en el papel donde se va a llevar dibujada la serie.

Le damos mucha importancia a estos pequeños gestos; primero, por que obligan a mantener la atención y porque, si durante la práctica se crean tensiones, estás dificultan la circulación de la energía, del prana. Por experiencia, sabemos que en los pequeños detalles es donde radica muchas veces el buen resultado de la práctica.

Una vez finalizada la sesión, le damos al alumno la práctica dibujada con las anotaciones pertinentes y quedamos en el plazo de una semana para realizar una supervisión. Esto es importante para comprobar su realización de lo sugerido, así como las dificultades que hayan podido surgir y realizar algún ajuste de la misma. Ajustes y revisiones que estableceremos según el proceso de cada persona con cierta periodicidad. Normalmente, le pedimos el compromiso de cuatro sesiones, en el plazo de dos meses, para asegurar la eficacia de la práctica y afianzar la misma.

Uno de los últimos elementos que nos importa transmitir al alumno es lo que Patanjali describe en el Sutra I.12, la importancia de la constancia en la práctica (abhyasa), pero al mismo la capacidad de no apegarse al resultado (vairagyam). Esto es porqué el malestar que el alumno experimenta implica una cualidad mental que se puede manifestar de forma tamásica como pereza, duda, desconfianza o, al revés, de forma rajásica, con prisa, expectativa, exigencia. Pero solo una práctica regular, constante, respetuosa de los ritmos y tiempos propios, abierta al auto-conocimiento (Sutra I.14) puede acercarnos al estado de salud integral que quiere promover el yoga.

Víctor Morera S.

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