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Caso práctico: recuperar energía e ilusión.

Por Grazia Suffriti

Muchas veces hablamos de como una emoción puede afectar nuestra salud, pero se nos olvida que ese recorrido también puede ser a la inversa y una experiencia traumática corporal puede generar una consecuencia emocional.

Este es el caso de un hombre de 56 años que viene a mi consulta empujado por la mujer que es mi alumna desde hace mucho tiempo. Viene con cierto escepticismo ya que no conoce el yoga y siempre se ha dedicado al deporte (le gusta especialmente la natación y se baña diariamente en el Cantábrico incluso en invierno).

A raíz de un defecto congénito en el corazón, hace 2 años el cardiólogo le propuso operarse de las válvulas, y desde entonces su nivel energético tiene altibajos, pero en los últimos meses es más bien escaso. El sueño también ha empeorado, pero lo que más le afecta es una continua irritabilidad, falta de alegría y “darle vuelta a la cabeza” pensando en que ha caído en depresión. Me pide entonces que le ayude a encontrar de nuevo tranquilidad e ilusión.

Observo que, en su respiración de pie, tiende a forzar el movimiento subiendo y bajando la caja torácica. Cuando se tumbado, su pecho se queda elevado en todas las fases respiratorias.

Le explico entonces que, según mi lectura energética, es posible que la operación haya generado una “fuga” energética, cómo si la cicatriz física no se hubiera soldado a nivel sutil. Eso explicaría que su alegría, que es una de las cualidades del chakra del corazón, se haya visto afectada, alterando el equilibrio energético con su chakra polar (el 3º) cuya emoción es la rabia. No suelo dar estas explicaciones, pero entendí que era una forma de hacerle comprender que no había caído en depresión.

Cómo el momento del día que podía dedicar al yoga era por la noche (unos 15 minutos diarios) decidí proponerle una técnica para cerrar la fuga energética a lo largo de la cicatriz, y una práctica respiratoria del MOC que llamamos “abriendo la respiración”, con la intención de liberar su diafragma. 

Inicia la práctica sentado, poniendo una intención a la práctica y movilizando los segmentos de tensión como ojos, boca, nuca, etc. Se pone especial énfasis en hacer una exhalación suspirada aflojando el pecho y añadiendo de forma progresiva las flexiones.

Termina en el suelo, una mano en el pecho y la otra en el abdomen conectando los 2 espacios respiratorios. Para cerrar le propongo apoyar ambas manos en el pecho y conectar unos momentos con la gratitud por lo que tiene.

Debido a que se iba de vacaciones le vuelvo a ver a las 3 semanas. Me dice que ha hecho con regularidad, que se siente más tranquilo, duerme toda la noche y se despierta con buen ánimo para enfrentar el día. Y la cosa que más le sorprende es que su respiración al nadar ha mejorado muchísimo y también su nivel de energía.