Por Dorota Gorczakowska
Yoga y fisioterapeuta, tutora en Pranamanasyoga.
Hace unos meses, tuve la oportunidad de asistir a una jornada de fisioterapia dedicada al abordaje biopsicosocial del dolor persistente, un enfoque que está ganando terreno en la asistencia que brinda el sistema sanitario a las personas con este tipo de afección. Si bien se le considera «nuevo» en el contexto médico moderno, no es difícil imaginar que esta mirada holística y multifactorial de la salud ha estado presente en otras tradiciones y disciplinas desde hace tiempo. Sin embargo, en lugar de caer en el discurso de «¡pero si ya lo sabían, los yoguis!», me gustaría compartir algunas reflexiones sobre este cambio de paradigma.
¿Qué es el modelo biopsicosocial?
El enfoque biopsicosocial representa un paso hacia la integración de diferentes saberes, uniendo la medicina, la psicología y las ciencias sociales para comprender y tratar diferentes afecciones, sobre todo las de carácter crónico o de causa no identificable, como podrían ser algunos tipos de dolor.
Este cambio destaca la importancia de considerar no solo los aspectos biológicos, sino también los factores psicológicos y sociales que influyen en la experiencia del dolor. Se entiende este tipo de afección como resultado de una interacción compleja entre múltiples dimensiones:
- Biológica: se refiere a los aspectos fisiológicos y biomédicos del dolor, como la inflamación, la lesión tisular o los trastornos neurológicos. Estos factores biológicos siguen siendo importantes y deben ser evaluados y tratados adecuadamente.
- Psicológica: incluye los aspectos emocionales, cognitivos y conductuales asociados con el dolor. La percepción y la respuesta al dolor pueden estar influenciadas por factores psicológicos, como la ansiedad, la depresión, el estrés, las creencias y expectativas, así como por los mecanismos de afrontamiento.
- Social: se refiere a los factores sociales, culturales y ambientales que pueden afectar la experiencia del dolor. Estos factores incluyen el apoyo social, el entorno familiar, las condiciones laborales, el acceso a la atención médica y los sistemas de creencias culturales sobre el dolor.
Los antecedentes
A pesar de los constantes avances científicos y tecnológicos, algunos miembros de la comunidad médica reconocieron que el modelo biomédico, que se centraba únicamente en aspectos biológicos y físicos, no era suficiente para abordar la complejidad de la salud. Con su trabajo clínico o de investigación, no siempre reconocido por sus coetáneos, contribuyeron al reconocimiento de la importancia de una visión más integral y holística de la salud. Entre las figuras importantes para este cambio de paradigma podríamos destacar:
- Psicoanálisis de Sigmund Freud. A finales del siglo XIX y principios del XX, Sigmund Freud introdujo la idea de que las emociones y los conflictos psicológicos pueden manifestarse en síntomas físicos, sentando las bases para el enfoque psicosomático en la medicina.
- Escuela Francesa de Psicosomática. En la década de 1930, profesionales de la salud en Francia, como Pierre Marty, Michel de M’Uzan y Christian David, desarrollaron la Escuela Francesa de Psicosomática, que exploró cómo las emociones y los conflictos emocionales podían influir en la salud y la enfermedad.
- Modelo Biopsicosocial de George Engel. En la década de 1970, el médico y psiquiatra estadounidense George Engel presentó formalmente el modelo biopsicosocial, destacando la necesidad de considerar no solo los aspectos biológicos, sino también los factores psicológicos y sociales en la comprensión de la salud y la enfermedad.
¿Qué tiene que ver todo esto con el yoga?
Durante la jornada, varios comentarios de los ponentes afirmaron mi convicción de que el yoga individualizado que ofrecemos en Pranamanasyoga se alinea perfectamente con la visión biopsicosocial de la salud. Aquí algunas de las características, mencionadas también como futuros retos de las propuestas terapéuticas sanitarias, que respaldan esta afirmación:
- La individualización. Nuestro planteamiento evita los protocolos y las recetas genéricas, reconociendo que cada persona es única. Iniciamos el proceso con un conocimiento detallado de la persona, sus síntomas y el contexto específico de sus manifestaciones.
- Flexibilidad en el abordaje. Una vez definido el objetivo, contamos con una amplia gama de recursos para avanzar en la misma dirección de manera adecuada y efectiva para cada individuo. Adaptamos nuestras prácticas según las necesidades, preferencias y características particulares de la persona.
- La persona al centro de atención. Al contemplar el dolor persistente desde una perspectiva más completa, se pueden identificar y modificar factores de riesgo, fortalecer recursos y habilidades para afrontar la situación, y fomentar una mayor autogestión por parte del afectado.
- Participación activa del individuo. Consideramos necesaria la participación activa de la persona interesada en mejorar su salud y bienestar. Fomentamos una relación de colaboración donde se tiene en cuenta la comunicación y los ajustes a las necesidades cambiantes del practicante.
En Pranamanasyoga, comprendemos que la salud y el bienestar son multidimensionales, y por lo tanto, adoptamos una perspectiva que abarca no solo lo físico, sino también lo psicológico y lo social. A través del yoga individualizado, brindamos un espacio para que cada persona pueda conectar consigo misma, explorar sus propias capacidades y trabajar hacia el equilibrio y la armonía en su vida.
Uno de los ponentes sorprendió a los demás profesionales presentes en la sala con la cuestión: «¿Alguna vez habéis preguntado a vuestro paciente si se sentía feliz?». Todos los que conocemos y recordamos el cuestionario de salud que diseñamos en la escuela como guión de la primera entrevista, sabemos que la respuesta a la pregunta sobre «el grado de la felicidad«, suele ser todo un reto y una invitación a reflexionar sobre diferentes aspectos de la vida.
¿Si es tan obvio, por qué no es fácil?
¿Por qué, a pesar de que el modelo biopsicosocial parece ser enriquecedor para todos, aún enfrenta dificultades e incluso resistencias para su implementación?
A primera vista, podría atribuirse a la barrera creada por algunos profesionales que se aferran a una visión reduccionista del ser humano. Estos expertos, aunque son hábiles en sus campos, a menudo tienen dificultades para reconocer que sus intervenciones pueden tener límites y que abordar un problema persistente puede requerir enfoques complementarios y no excluyentes.
Aclaro que no pretendo culpar a los profesionales, quienes sin duda desempeñan su trabajo de la mejor manera posible. Más bien, se necesita una revisión más amplia, que abarque desde la formación que reciben para su ejercicio profesional hasta el funcionamiento del sistema y la promoción de la comunicación y colaboración entre distintas disciplinas.
Sin embargo, la dificultad en muchas ocasiones también radica en las mismas personas afectadas por el dolor persistente. Aceptar que los síntomas tienen un origen multidimensional implica abrirse a una participación mucho más activa en el proceso de la sanación. En lugar de depositar exclusivamente la responsabilidad en un profesional o en el sistema sanitario, esta actitud más requiere una reflexión profunda sobre los diversos aspectos de la existencia.
Como todos sabemos, no se soluciona una gotera en un tejado simplemente colocando un cubo para recoger el agua; quizás será lo primero que haremos para evitar daños, pero probablemente será necesaria una reforma mucho más integral y profunda.