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Un caso de dolor crónico

Por Grazia Suffriti
Yogaterapeuta, co-fundadora de Pranamanasyoga.

Cuando una amiga común me comentó el caso de esta mujer -que yo conocía porque compartíamos un espacio de trabajo- me quedé tan impactada que le propuse espontáneamente probar las sesiones de yoga terapéutico para ver si le podía ayudar.

La primera vez que estuve con ella me contó que desde 4 años atrás tenía un dolor continuo desde el coxis hasta el pubis, debido a que el músculo obturador interno comprimía el nervio pudendo. Todo apareció durante una época de intenso estrés personal y laboral y después de un episodio donde temía haber perdido la visión del ojo izquierdo. Las pruebas de todo tipo que le hicieron en urgencias, y la preocupación sobre la posible causa del episodio y su gravedad, aumentaron su nivel de ansiedad a pesar de recuperar la visión y dar negativas todas las pruebas. Desde entonces apareció la neuralgia en cada movimiento y posición del cuerpo, día y noche, y nadie le supo decir cual era la causa y cómo hacer para que desapareciera.

Tenía 45 años cuando pasó, era una persona muy activa y siempre había realizado deporte, y eso se manifestaba en una morfología musculosa y resistente. Ahora ya incluso el simple caminar era doloroso y tuvo que reducir su vida al trabajo y la gestión familiar. La medicación no le había hecho efecto, y tampoco la fisioterapia, la osteopatía, y el yoga que había probado.

En la observación de su postura me llamó la atención un ligero gesto de retroversión de la pelvis que se confirmó cuando me dijo que sentía mucha tensión en los glúteos. Su profesión le requería un gesto de tracción que ella realizaba de pie haciendo una retroversión de la pelvis. Me comentó que su fisioterapeuta le decía que su sacro estaba bloqueado. Contó que rechinaba los dientes durante todo el día y tenía una férula de descarga por la noche. Su nivel de consciencia corporal y respiratoria es muy alto: fue ella que me comentó que sentía su diafragma muy tenso y su respiración acortada. Yo noté además que al exhalar contraía los transversos del abdomen metiendo un poco las últimas costillas.

Tratando de comprender su experiencia interpreté que la musculatura implicada en su neuralgia tenía relación con el primer chakra, con el instinto de supervivencia y el miedo, que fue su experiencia en el episodio de pérdida de visión. Vi que era importante disolver la memoria del impacto emocional a través de trabajos de comunicación de los hemisferios cerebrales. Toda atención tenía que alejarse del lugar de dolor, trabajando principalmente la parte alta del cuerpo. De esa manera se podía empezar a disolver y distribuir una energía excesivamente concentrada en la base de la columna. La voz con algún sonido o mantra podría ayudar en esa misma dirección, también simbólicamente “dando voz” a la sensación de no estar suficientemente comprendida y apoyada por su familia.

Le propuse empezar tumbada, con las piernas apoyadas sobre una silla para que la pelvis estuviera en descarga, y como primera sugerencia le dije que soltara el aire a través de suspiros (para liberar el diafragma) haciendo todo movimiento con amabilidad, sin el menor esfuerzo. La primera sesión no fue más que media hora y se centró en movilizar las mandíbulas, los ojos, subir y bajar los brazos con la respiración, girar suavemente la cabeza, sensibilizar las manos haciendo ligeros bombeos y colocarlas sobre los ojos. Al terminar me dijo que se sentía refrescada, y a pesar de que el dolor estuviese presente, no le había aumentado. Se mostró confiada y le propuse que diéramos una sesión una vez por semana.

A lo largo de unos 3 meses fuimos pasando poco a poco a posiciones que le daban “seguridad” como el decúbito lateral, la postura del niño, hasta trabajar en cuadrupedia, de pie apoyada en la pared y sentada en silla. Liberar los diafragmas de tensión, la cintura escapular, el tendón central, o trabajar la lateralidad fueron clave en su recuperación ya que permitieron la distribución del prana estancado.
Al mes de vernos una vez por semana me pidió unos ejercicios para hacer en casa porque notaba que cuando hacía la sesión de yoga durante varios días no tenía dolor.

Traté de acompañarla a través de un proceso de consciencia y auto-observación. Vi como empezó a darse cuenta de cuanto su estado emocional hacía aparecer de nuevo el dolor. También fue consciente de la importancia de colocarse de forma diferente en el trabajo evitando la retroversión de la pelvis. Descubrió como respirar cuando aparecían el miedo y la ansiedad, y empezó de nuevo a disfrutar de su cuerpo.