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Yogaterapia, entre la ciencia y el arte III. Observar.

Por Víctor Morera

Aprender a observar el lenguaje corporal es el mayor de los entrenamientos de un yogaterapeuta, ya que constituye el lenguaje de comunicación más amplio que usamos.

En el artículo anterior hablamos del arte de la escucha. Esta vez nos centraremos en la capacidad de observar.

En el contexto de la yogaterapia prestamos una triple atención al cuerpo:

  • a los gestos y posturas que las personas usan mientras hablan
  • a cómo ejecutan las diferentes posturas, asanas, tanto en dinámico como estático
  • a la respiración

Esta observación es esencial, ya que dentro del contexto de cada persona determina la práctica que le vamos a proponer.

Observar o interpretar

Antes de describir los puntos esenciales de los tres focos de atención en la observación, se hace necesario señalar la diferencia entre observar (y nombrar lo observado), e interpretar, ya que se suelen confundir. Observar supone nombrar o describir lo que se percibe. Interpretar es sacar una conclusión sobre lo percibido.

La observación sin interpretar da paso a la exploración y a mirar la parte dentro del conjunto. La interpretación en cierta manera “congela” la observación. Por ejemplo, si veo que una persona de pie tiene un hombro más alto que otro, una observación objetiva sería: de pie, el hombro derecho en una línea horizontal está más alto que el hombro izquierdo. Una interpretación sería: el hombro derecho está tenso. Interpretar y llegar a conclusiones rápidas nos suele llevar a juicios erróneos.

Algunas apreciaciones de interés sobre los gestos  y posturas

Todos adoptamos posturas que nos resultan cómodas, fundamentalmente porque lo que queremos evitar es lo que percibimos como tensión o dolor. Esta es la razón por la que siempre nos ponemos al servicio de la musculatura más fuerte o acortada. Por ejemplo, si tengo un músculo en la parte derecha de mi cuerpo más corto y más fuerte, seguramente sentiré mayor comodidad si me inclino hacia la derecha.

Es muy interesante fijarse en los gestos que se repiten cuando la persona está hablando de sus vivencias emocionales, o cuando habla de sus síntomas. Por ejemplo, si levanta los hombros, dirige la mirada en una dirección concreta, coloca las manos de determinada manera o frunce el ceño.

Suelo usar esta información para que durante la práctica la persona sea consciente de dichos gestos y los pueda inhibir o sustituir. De esta manera, se genera en esa persona un diálogo entre el gesto inconsciente asociado a la emoción y una nueva forma de expresión, la cual tiene como consecuencia liberar tensiones y un contacto menos reactivo con las emociones.

La observación de las posturas y los movimientos

Mediante la ejecución de determinadas posturas observamos la fuerza, la flexibilidad, el alineamiento corporal, la respiración, el equilibrio, los gestos somáticos y la manera de hacer los ejercicios.

En nuestra metodología le damos importancia a tres aspectos: a los gestos somáticos, (más información en el libro «Los gestos somáticos inconscientes en la práctica de asana»), al patrón respiratorio y a la conciencia corporal que la persona tiene.

La observación de los gestos somáticos inconscientes es fundamental. Cuando la persona con la que estamos trabajando ejecuta una postura, lo hará activando sus músculos fuertes de manera inconsciente. La constante activación de dichos músculos genera un desequilibrio muscular en el conjunto del cuerpo, desequilibrio que suele ser la causa de muchas patologías.  Por ejemplo, cuando una persona tiende a colocar la caja torácica en inspiración y tensar el cuello, ese gesto somático será lo primero que realice siempre antes de realizar de cualquier movimiento.

Por eso es necesario ayudar a que sea consciente de dichos gestos, enseñándole la manera de inhibirlos, para que pueda realizar el movimiento de otra manera, ya que es una de las acciones más terapéuticas dentro de toda práctica. Cuando nos damos cuenta de que el ejercicio lo podemos hacer de otra manera, con otras cualidades no habituales, estamos cambiando la percepción que tenemos de nosotros mismos, de nuestro esquema corporal y por tanto estamos cambiando la psique.

La observación de la respiración en posturas estáticas y en movimiento

El propósito de esta observación es ayudar a cambiar el patrón respiratorio cuando este restringe la movilidad y la a amplitud. Por ejemplo, cuando observamos una respiración  paradójica, en la que se inspira llevando el aire al pecho, metiendo el abdomen y se exhala sacando el abdomen. O cuando en la respiración apenas hay movimiento costal.

El diseño de la práctica buscará crear las condiciones para cambiar el patrón respiratorio y facilitar la respiración más amplia y relajada posible en toda su expresión. En la práctica, supone la toma de conciencia de la respiración en las diferentes gravedades posturales y la combinación inteligente entre las fases de la respiración, los movimientos y los asanas. Aquí vemos la importancia que tiene que el yogaterapeuta conozca la acción de los diferentes asanas y sus variantes en la respiración.

Junto con lo mencionado y subrayando lo ya mencionado cuando me he referido a los gestos somáticos, el yogaterapeuta potencia el efecto terapéutico sugiriendo que los movimientos y las posturas se realicen de manera diferente, es decir con otra actitud o carácter. Por ejemplo puede pedir que realice la postura con los ojos abiertos y con fuerza en la mirada, con mayor fluidez en los movimientos, o mediante preguntas que le inviten a investigar, como por ejemplo, cómo sería su movimiento si lo hiciera de forma más libre o con más paz.

En mi experiencia esto ayuda mucho a distender tensiones, a dialogar con uno mismo desde ángulos no habituales y por lo tanto ayuda a cambiar la propiocepción, dándole mayor plasticidad y conciencia. Esto es importante ya que las personas con dolor tienden a tener una percepción negativa de su propio cuerpo y de sí mismas. Abrirse a nuevas posibilidades en la manera de hacer movimientos y asanas tiene unos efectos muy positivos sobre la salud, ya que permite salir de automatismos inconscientes y generar más conciencia y armonía.